Era sábado trece
de febrero a las dos de la tarde, un día lluvioso. Había algunos charcos en la
pista y no sabíamos si íbamos a jugar. Nosotros hacíamos lo que nos decía
Carlos, mientras el arbitro y los entrenadores decidían si se podía jugar.
Finalmente, Carlos nos dijo que íbamos a jugar, así que escogió a 5 niños y
arrancó el partido. En la primera parte
cometimos errores en la defensa imperdonables, tantos que nos marcaron gol. Pasados
5 minutos, empezamos a tocar y a acabar
jugadas tirando a puerta. Acabó la primera parte 1-0 perdiendo. El entrenador
nos dijo cosas que estábamos haciendo mal para rectificar y mejorarlas en la
segunda parte. Empezamos igual de mal y
de desconcentrados. Pasados algunos minutos comenzamos a jugar mejor, incluso marcamos
un gol y nos metimos en el partido. Seguimos la segunda parte concentrados en
el partido, marcamos otro gol. Les íbamos ganando por uno, así que había que
mantener el resultado. Sin embargo, hicimos un penalti, pero nuestro portero se
lo paró con una gran intervención. Saltamos de alegría porque solo faltaba un
minuto y cuando oímos el silbato del árbitro lo fuimos a celebrar todos juntos,
aunque no nos fuimos tan contentos a casa por lo mal que jugamos.
Máximo Gómez
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